La canonización del médico venezolano José Gregorio Hernández Cisneros, conocido en Ecuador como el “hermanito Gregorio”, se llevará a cabo este domingo 19 de octubre en la Plaza de San Pedro, en Ciudad del Vaticano. El evento, presidido por el papa León XIV durante una misa a las 10:00 a.m. hora de Roma (equivalente a las 4:00 a.m. hora de Ecuador, UTC-5), reconocerá a Hernández como el primer santo laico de Venezuela, junto a la religiosa Carmen Rendiles Martínez.
Esta ceremonia responde al proceso eclesial iniciado hace más de 70 años, impulsado por su vida de servicio a los pobres y los milagros atribuidos a su intercesión, que han extendido su devoción más allá de Venezuela, especialmente en provincias como Manabí y Guayaquil.
A pesar de su origen venezolano, la figura de Hernández ha ganado un lugar prominente en la fe católica ecuatoriana desde principios del siglo XX, cuando inmigrantes y misioneros llevaron su imagen al país. En Ecuador, se le invoca como protector de la salud y se le atribuyen intervenciones inexplicables en casos de enfermedades graves. Por ejemplo, en Guayaquil, devotos como Rosario Hernández han testimoniado la recuperación de su hijo de una afección crónica tras rezos dedicados al “hermanito Gregorio”, según registros parroquiales de la iglesia San Antonio de Padua.
Devoción regional y antecedentes históricos
El cronograma vaticano, publicado por la Arquidiócesis de Caracas el 15 de octubre, detalla actividades previas y posteriores a la canonización para peregrinos globales. Desde ese miércoles 15 de octubre, inició una audiencia general en la Plaza de San Pedro, donde el papa León XIV centró su catequesis en “El Resucitado, fuente viva de la esperanza humana”, seguida del rezo del Padre Nuestro y la Bendición Apostólica, según un comunicado oficial de la Santa Sede.
Nacido el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, estado Trujillo, Venezuela, Hernández estudió medicina en Caracas y París, graduándose en 1888. Durante su carrera, atendió gratuitamente a pacientes humildes en el Hospital Vargas y realizó visitas domiciliarias en barrios marginales, renunciando a cargos remunerados para priorizar a los necesitados.
Falleció atropellado por un tranvía el 29 de junio de 1919, a los 54 años. Su causa de canonización comenzó en 1949, impulsada por el arzobispo Lucas Guillermo Castillo. En 1986, el papa Juan Pablo II lo declaró venerable por sus virtudes heroicas; en 2021, fue beatificado tras la aprobación de un milagro: la recuperación inexplicable de Yaxury Solórzano, una niña venezolana de 10 años que sobrevivió a un disparo en la cabeza en 2017, sin secuelas neurológicas pese a pronósticos médicos adversos. En Ecuador, esta devoción se arraigó en Manabí, particularmente en Montecristi, donde una imagen de 80 centímetros del “hermanito Gregorio” se venera en hogares y capillas desde los años 1920.
Impacto eclesial y mensaje de unidad
Monseñor Raúl Biord, arzobispo de Caracas, comentó en una nota pastoral de la Conferencia Episcopal Venezolana que este evento eclesial “puede ayudar en el proceso de paz que vive el país y puede ser un signo de unidad y esperanza para todos los venezolanos”.
Agregó: “Nuestro pueblo venezolano vive momentos difíciles, momentos de polarización, momentos de conflictos, momentos donde esta polarización se ha radicalizada, a nivel político, nivel social, con una grave crisis económica, pero nosotros creemos que es un gran regalo de Dios que la canonización de los dos primeros santos acontezca en el medio de este Año Jubilar, Año de la Esperanza. José Gregorio y la Madre Carmen atraviesan todas las barreras políticas, sociales, económicas y diría hasta religiosas, porque son el símbolo de lo mejor de los venezolanos. Yo creo que es un llamado precisamente para reconocer en ellos los mejores valores del venezolano que somos y que queremos ser y que podemos ser”.
