La ciudad de Crécy-la-Chapelle, a 47 kilómetros de París, en Francia, fue escenario de uno de los casos más prolongados de abuso intrafamiliar en Europa. Entre 1971 y 1999, Lydia Gouardo, hoy de 62 años, fue golpeada, torturada, violada y encerrada por su padrastro, Raymond Gouardo, quien la obligó a tener seis hijos con él. El caso salió a la luz años después de la muerte del agresor y reveló fallos graves en la actuación de las autoridades francesas.
Infancia marcada por el encierro y la violencia
Lydia Gouardo estuvo confinada en un ático a los ocho años. Desde ese momento comenzó una etapa de maltratos físicos y sexuales que se extendió durante casi tres décadas. Según los informes judiciales y su propio testimonio, la niña sufrió quemaduras con agua hirviendo y ácido clorhídrico, además de golpes y violaciones constantes.
En repetidas ocasiones intentó escapar del domicilio, pero las autoridades locales la devolvieron a la vivienda familiar, incluso cuando presentaba lesiones visibles. Vecinos y asistentes sociales observaron señales de violencia, pero las intervenciones oficiales nunca prosperaron.
El caso permaneció oculto hasta 1999, año en que murió Raymond Gouardo. Solo entonces Lydia pudo iniciar su proceso de recuperación y establecer contacto con instituciones de apoyo a víctimas.
El testimonio que expuso el horror en Francia
En 2008, casi una década después del fallecimiento de su agresor, Lydia Gouardo dio a conocer públicamente su historia. En una entrevista concedida a la radio francesa RTL, relató que fue violada “por la mañana, por la tarde y por la noche”. Su frase más recordada resume la magnitud del sufrimiento: “Fui secuestrada, torturada, violada y tuve seis hijos con mi padrastro durante 28 años”.
De acuerdo con su testimonio, su madrastra, Lucienne Gouardo, conocía los hechos y no intervino para detenerlos. Por ese motivo las autoridades la condenaron a cuatro años de prisión en suspenso por omisión y complicidad pasiva, aunque no llegó a cumplir pena efectiva.
Fallos institucionales y omisiones oficiales
El caso de Lydia Gouardo reveló deficiencias en la protección infantil de la época. Documentos judiciales y reportes de prensa confirmaron que las autoridades ignoraron múltiples alertas de abuso. A pesar de las evidencias médicas y las denuncias indirectas, no se tomaron medidas preventivas.
Los seis hijos nacidos durante el cautiverio fueron reconocidos oficialmente después de la muerte del agresor. Lydia manifestó que los crió en libertad, tras años de aislamiento y control.
El Ministerio de Justicia francés reconoció que el caso evidenció la necesidad de reformar los protocolos de seguimiento de menores en riesgo, un proceso que comenzó en los años posteriores.
De víctima a voz pública, el caso que conmocionó a todo Francia
Tras su liberación, Lydia Gouardo se instaló junto a sus hijos en una localidad de las afueras de París. A pesar de las secuelas físicas y emocionales, inició un proceso de reconstrucción personal. En distintas entrevistas ha expresado su deseo de “vivir al día” y valorar la libertad tras el sufrimiento.
En colaboración con el periodista Jean-Michel Caradec’h, publicó en 2008 el libro Le silence des autres (“El silencio de los otros”), donde narró con detalle su experiencia y denunció la inacción institucional que permitió su prolongado cautiverio. La obra contribuyó a abrir un debate nacional sobre violencia doméstica y responsabilidad estatal.
Paralelismo con el caso Josef Fritzl
Lydia Gouardo decidió contar su historia tras conocer el caso Josef Fritzl, ocurrido en Austria en 2007. En ese episodio, un hombre mantuvo cautiva a su hija durante 24 años, con la que tuvo siete hijos. El impacto mediático del caso austríaco impulsó a Gouardo a romper el silencio y dar testimonio público.
Ambas historias fueron comparadas por medios europeos por sus similitudes: largos periodos de encierro, abusos sexuales reiterados y omisión social. En Francia, el caso Gouardo reforzó la creación de campañas de prevención de abuso infantil y detección temprana de violencia doméstica.
Una vida marcada por la resiliencia
Hoy, con 62 años, Lydia Gouardo continúa viviendo en Francia y participa en actividades de concienciación sobre violencia sexual. Suele vestir ropa larga para ocultar las cicatrices causadas por el ácido, pero asegura haber aprendido a reconstruir su vida.
Su historia sigue siendo citada en informes sobre violencia intrafamiliar y derechos humanos como un ejemplo del daño causado por el silencio institucional. Veinticinco años después de su liberación, su testimonio sigue recordando la importancia de escuchar a las víctimas y de actuar frente a los signos de abuso.
