Cada 11 de noviembre se conmemora el Día de las Librerías. En Cuenca, el oficio de vender libros persiste y se reinventa con cada lector que atraviesa sus puertas.
Lugares como Palier Café Libro, Biblos Mauricio, Librería Continental y Sodilibro evidencian la diversidad y la vitalidad del papel impreso.
Biblos Mauricio
La devoción por los libros se percibe en cada rincón En Biblos Mauricio. Mauricio Ponce, librero con más de 30 años de experiencia, llegó a Cuenca desde Quito hace ocho años.
Su local, en el segundo piso de una casona ubicada en las calles Presidente Córdova y Luis Cordero, ofrece más de 30.000 ejemplares en varios idiomas y temáticas como literatura, historia y ciencia, con venta, cambios y atención a jóvenes, extranjeros y coleccionistas.
Ponce asegura que, pese a la era digital, el libro físico sigue siendo insustituible.
“Se nos dijo que desaparecería, que los jóvenes solo leerían en dispositivos, pero eso es una falacia. Siempre habrá lectores y para eso estamos aquí”.
Don Mauricio guía a los visitantes entre estantes y pilas de libros que parecen amontonadas al azar, pero que en realidad están cuidadosamente ordenadas.
Palier Café
Palier Café Libro, en la Casa de la Cultura, se define como un espacio híbrido: librería, café y punto cultural. Su fundador, Germán Gacio, argentino y sociólogo, recorrió América Latina como librero itinerante antes de establecerse en Cuenca.

Palier comenzó como un proyecto del centro cultural República Sur hace 10 años, antes de establecerse en su actual local de la calle Luis Cordero, donde cumplió ocho años en octubre.
Su propuesta es distinta. Evita los bestsellers y presenta un catálogo curado de editoriales independientes, con énfasis en literatura latinoamericana, ensayo y filosofía. Tiene actualmente más de 5.000 títulos.
Además, el espacio acoge talleres, conversatorios, presentaciones de libros y mantiene un ambiente donde la lectura y la música conviven sin contradicciones.
Para Gacio, ser librero implica más que vender libros. Es conocer a los clientes, trazar rutas de lectura que acompañen sus intereses y búsquedas personales.
Además, existe una dimensión política en este oficio. Convertir la librería en un espacio de resistencia cultural.
“Esto significa mantenerla viva, como un refugio frente al ritmo acelerado y las presiones productivistas de la vida cotidiana. Un lugar donde uno pueda detenerse, leer, tomar un café y, por un momento, desalienarse del trabajo diario”.
Librería Continental
En la librería Continental, un referente de la ciudad con 40 años de trayectoria, Iván Gómez García recuerda sus inicios modestos.
La venta de útiles escolares dio paso a un catálogo amplio que abarca desde textos académicos hasta libros de medicina y cultura general.

Gómez enfatiza que, pese a la irrupción de lo digital, la gente aún prefiere el contacto con el libro físico.
“Hay lectores que buscan títulos específicos y otros que se dejan guiar por nuestras recomendaciones”.
Sodilibro
Otra librería que refleja la diversidad y vitalidad del mundo editorial en Cuenca es Sodilibro, fundada en 1991 por los entonces jóvenes universitarios Luis Peralta y Vinicio Izquierdo.
Con más de 19.000 títulos que abarcan desde literatura ecuatoriana y universal hasta textos técnicos y científicos, es un espacio de encuentro cultural, con clubes de lectura, presentaciones y conversatorios.
La Sociedad Difusora del Libro (Sodilibro) cumplió 34 años de trayectoria el 1 de septiembre de 2025.
La librería ha contribuido a ampliar el acceso a libros en Cuenca, tanto de profesionales e instituciones como de hogares y lectores habituales.
Aunque las pantallas se han vuelto parte cotidiana, el libro impreso mantiene su espacio.

Según la Encuesta Nacional de Hábitos Lectores de 2022, el 57,5 % de la población ecuatoriana lee libros impresos.
“Se pensó que lo digital iba a desplazar al papel, pero ambos formatos se complementan. Incluso en áreas como informática, los lectores siguen buscando manuales impresos”, señala Peralta. (PNH)-(I)
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