El caso que cambió la política carcelaria de Texas: la última cena de Lawrence Russell Brewer

El caso que cambió la política carcelaria de Texas: la última cena de Lawrence Russell Brewer


El reo Lawrence Russell Brewer, de 44 años, fue ejecutado en 2011 en Texas por su participación en el asesinato racista de James Byrd Jr., un crimen que conmocionó a Estados Unidos por su brutalidad. Sin embargo, su caso volvió a generar controversia cuando, antes de morir, pidió una opulenta “última cena”. Luego se negó a comerla, provocando una reforma inmediata en el sistema penitenciario texano.

Un crimen racista que estremeció a Estados Unidos

El 7 de junio de 1998, James Byrd Jr., un hombre afroamericano de 49 años, murió asesinado brutalmente en Jasper, Texas. Esto ocurrió tras ser arrastrado por varios kilómetros atado a una camioneta. Los responsables, Lawrence Russell Brewer, John William King y Shawn Berry, todos hombres blancos con vínculos con grupos supremacistas, fueron arrestados y condenados.

Brewer y King recibieron la pena de muerte, mientras que Berry recibió cadena perpetua. El caso se convirtió en uno de los símbolos más atroces del racismo moderno en Estados Unidos y motivó la promulgación de la Ley Federal contra los Crímenes de Odio James Byrd Jr., firmada en 2009.

Today in History - September 21: The last meal request that infuriated  prison officials White supremacist Lawrence Brewer.

Trece años después, el 21 de septiembre de 2011, a Brewer lo trasladaron al penal de Huntsville, donde se llevaría a cabo su ejecución por inyección letal. Lo que ocurrió en las horas previas marcaría un precedente en la historia penitenciaria de Texas.

La “última cena” más polémica del sistema carcelario

De acuerdo con los registros del Departamento de Justicia Criminal de Texas, Brewer ejerció su derecho a una “última cena” antes de la ejecución, un privilegio habitual para los condenados a muerte. Su pedido, sin embargo, fue extraordinariamente abundante: una hamburguesa triple con panceta, una pizza con varias carnes, una tortilla, tres fajitas, dos bifes de pollo frito, un tazón de okra con kétchup, dulce de maní, una porción de helado y tres cervezas de raíz.

El personal del penal preparó y sirvió la comida según sus instrucciones. Sin embargo, según testigos, Brewer rechazó probar un solo bocado, afirmando simplemente que “no tenía hambre”.

El gesto se interpretó como una burla al sistema y a la memoria de la víctima, generando indignación pública y política. La reacción no se hizo esperar.

Reacción política y cambio inmediato en Texas

El senador estatal John Whitmire, presidente del Comité de Justicia Criminal del Senado de Texas, calificó el episodio como “una afrenta a las víctimas y al Estado” y solicitó la suspensión inmediata del privilegio de elegir la última comida.

“¡Ya basta! Resulta inapropiado otorgar un privilegio así a una persona condenada a muerte. Es un privilegio que el perpetrador no le concedió a su víctima”, declaró Whitmire a medios locales.

Pocas horas después de la ejecución, el Departamento de Justicia Criminal de Texas anunció la eliminación definitiva de las “últimas cenas especiales” para los condenados a muerte. Desde entonces, los prisioneros reciben el mismo menú que el resto de los internos, incluso la noche anterior a su ejecución.

Un precedente en el sistema penitenciario estadounidense

Texas, el estado con mayor número de ejecuciones en Estados Unidos, se convirtió así en el primer territorio en eliminar formalmente la práctica. La decisión recibió el respaldo de sectores políticos y ciudadanos que consideraron la medida “una cuestión de respeto y equidad dentro del sistema de justicia”.

El cambio también abrió un debate más amplio sobre las condiciones carcelarias y los derechos de los condenados a muerte, un tema que sigue siendo objeto de controversia en el país.

A más de una década del caso, el nombre de Lawrence Russell Brewer permanece asociado no solo a uno de los crímenes racistas más recordados del siglo XX, sino también a una reforma penitenciaria que modificó una tradición de décadas en Texas.

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