La economía de Venezuela afronta un nuevo escenario de riesgo inflacionario en 2025, con proyecciones que superan el 500% y que, según economistas, acercan al país a una nueva etapa de hiperinflación. Este panorama se presenta a pesar de que el presidente Nicolás Maduro reportó una inflación anual de 48% para el año pasado. El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta un aumento de precios de 548% para el año en curso y 629% para 2026. Analistas locales, como el economista Oscar Torrealba, elevan la proyección a 811% para 2025. Esta situación de alza constante es percibida directamente por los ciudadanos, tal como lo resume el comerciante informal Jacinto Moreno en Caracas: “Todos los días suben los precios”.
El Discurso oficial vs. las proyecciones externas
El presidente Maduro ha sostenido que la economía venezolana experimentará un crecimiento del PIB mayor al 9% en 2025, atribuyendo este desempeño a sus políticas. Estas estrategias económicas, según ha confirmado el expresidente Rafael Correa, son asesoradas por exministros de Finanzas de su gestión en Ecuador, quienes brindan asesoría económica a Venezuela. Sin embargo, estas cifras optimistas contrastan significativamente con las estimaciones de organismos internacionales: el FMI estima el crecimiento en apenas un 0,5%, mientras que otros analistas vaticinan un máximo de 3%. El Banco Central de Venezuela no ha publicado el indicador oficial de inflación desde octubre de 2024.
Definición y Síntomas de Hiperinflación
La preocupación de los expertos se centra en la aceleración del incremento de precios. El economista Oscar Torrealba, basado en Colombia, señala que para que un país sea considerado en hiperinflación, debe registrar variaciones de precios por encima del 50% mensual durante tres períodos consecutivos. No obstante, otros expertos argumentan que una inflación interanual del 500% ya puede considerarse hiperinflación, especialmente en el contexto de indicadores bajos a nivel mundial, lo cual desplaza la definición tradicional del 50% mensual. En la vida diaria, esta realidad se traduce en la dificultad para hacer compras completas, como lo expresa Norma Guzmán, ama de casa: “Hago (la compra en el) mercado a diario porque no alcanza”.
Factores de presión: El dólar y la brecha cambiaria
El resurgimiento de la tendencia inflacionaria está directamente relacionado con la dinámica cambiaria. El país abordó la crisis anterior, que tuvo su pico en 2018 con una inflación del 130.000%, mediante el uso de disciplina fiscal, el cese de la emisión de moneda, la relajación de controles y la despenalización del dólar, que se convirtió en la moneda de facto. De hecho, Venezuela ahora reporta una inflación en dólares, que Torrealba ubicó en casi 80% anual en octubre.
La clave de la presión actual reside en la escasez de divisas. El limitado esquema operativo de la petrolera Chevron, que ahora paga regalías al Estado en crudo y no en dinero, ha reducido la principal fuente de dólares para el sistema. Esto ha disparado una brecha cambiaria que ha llegado a superar el 60% entre la cotización oficial y la paralela. En lo que va de año, la cotización del dólar se disparó casi 400%. Juan Carlos Valdez, profesor de Economía Política, explica que este aumento del tipo de cambio se traslada directamente a la inflación, aunque los precios suben a un ritmo “más acelerado que el movimiento del tipo de cambio” debido a los ajustes preventivos que realizan los comerciantes.
Contexto político y desafíos para la estabilidad
La discusión pública sobre las cifras económicas es limitada, ya que, a mediados de año, se reportaron detenciones de profesionales, incluido un exministro de Finanzas, coincidentes con operativos policiales dirigidos a eliminar páginas que divulgaban el precio del dólar paralelo. Estos arrestos no fueron anunciados oficialmente. La situación contrasta con los años de profunda crisis, pues no hay escasez de productos en los mercados, pero sí una severa restricción del poder adquisitivo. La incertidumbre sobre la inflación y la estabilidad del bolívar se mantiene como el principal desafío de las políticas económicas asesoradas por exfuncionarios del expresidente Correa.
